Residenciada en Ciudad de México en los últimos años, la caraqueña ahora despide una sonoridad más folk
Los versos de “Mi burbuja”, el sencillo promocional del álbum homónimo de Mariana Vega, habla de lo sobreprotectoras que son las mujeres con sus hombres (amantes, padres, hijos), hasta el punto de abandonarse a sí mismas: “Vengo dejando que duermas adentro, mientras con lluvia me quedo sin techo”. Brotan de una cantautora que, dice, es una mujer más fuerte y segura de lo que escribe. “Más cómoda en mi propia piel”, acierta finalmente. Una mujer que se marchó sola a Ciudad de México para no estancarse como artista. Y ahora regresa a su país natal para mostrar cuánto ha crecido y cuán igual se mantiene. Luego de Háblame (2008) y Mariana Vega (2010), Mi burbuja es el tercer disco de la caraqueña de los pies siempre desnudos y la humanidad blanquísima y frágil, que puede ofrecer una pista falsa sobre una personalidad directa y decidida. Será presentado oficialmente en Venezuela la próxima semana y en él trabajó con el productor argentino Gerardo “Cachorro” López. La ex estudiante de Psicología además grabó un tema, “Medicinal”, junto con la andrógina voz de Ale Sergi, del grupo Miranda! Idioma universal. “El sonido es un poquito más folk y menos pop que el disco anterior. Más alegre y fresco, con instrumentos como del sur de Estados Unidos. Me costó convencer a la gente que está a mi alrededor de que esto era lo que quería hacer, porque no es un género tan comercial”, confiesa la chica que últimamente tiene el oído pegado a bandas como The Lumineers y Mumford and Sons, además de preservar su identificación con Julieta Venegas y Natalia Lafourcade. “Al hacer las letras, mi manera de expresarme no ha cambiado. Sigo hablando de las emociones humanas. Por algo las estudié en la universidad. Las cosas que he vivido y sentido. La honestidad y la cotidianidad. La esencia sigue ahí”. Luego de firmar un contrato con Warner Music, Vega se instaló en Ciudad de México: “Un lugar increíblemente grande, un país entero en una ciudad. Estoy en una zona bohemia y artística, por la que caminas y ves a gente tocando en vivo, y eso siempre alimenta el alma. Cuando saben que soy venezolana, me preguntan por la situación política. Pero me han recibido muy bien, porque fui a trabajar. No hago una música para los mexicanos y otra para los venezolanos. En todas partes hay gente que quiere escuchar canciones como las que hago”. Lo que más extraña es su familia y amigos. “Sí es un sacrificio estar sola en México. Tu gente te llama. Pero imagínate lo feo que sería si no tuviera el apoyo de mis seres más queridos”, se despide sin salirse de su burbuja.
EL NACIONAL
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