¡Mariana Vega como Buhonera de la capital! Revista Dominical:


Cuando tenía 16 años, Mariana Vega se dio cuenta de que ella quería ser cantante. A esa edad tomó su guitarra y comenzó lo que se conoce como el arduo y tortuoso camino del cantautor. Mientras estudiaba en Canadá, se presentó en algunos bares de Toronto donde logró cierto reconocimiento, por eso es tan extraño verla frente a un kiosco en Caracas vendiendo su CD. Pero en este país la arepa está bien cuadrada para los músicos.

- ¿Quién es esa jeva, mi pana? Está como bonita –le pregunta un chamo al encargado del kiosco.

- Creo que esa es Karina, pero no estoy seguro.

- ¿Karina? –dice el chamo, un tipo joven, de unos veintitantos-. ¿Y quién es Karina?

Mariana sostiene sus discos y en su rostro tiene una sonrisa todo el tiempo. El sonido de los truenos indica que va a caer un diluvio, pero ella ni se inmuta. Sigue ahí, al pie del cañón, con sus discos en la mano y una buena nota contagiosa que es como su aura. El chamo se le acerca y le pregunta con timidez:

- Disculpa, ¿tú eres Karina?

Mariana se le queda viendo largamente, no dice nada por unos segundos, respira profundo y le responde:

- No, yo no soy Karina. Yo soy Mariana Vega.



El chamo se pone rojo de la pena y le dice a manera de disculpa:

- Mariana Vega, claro. Qué vergüenza que no te reconocí.

Mariana le sonríe.

-Tranquilo, a mí nadie me reconoce.

El chamo se aparta y se queda viéndola durante un largo rato, no la está buceando, sólo la mira como hipnotizado. Quizás por la buena vibra que emana la cantante, quizás porque quiere que se lo trague la tierra al no haberla reconocido. Quién sabe. Mientras el chico la observa, Mariana Vega le ofrece sus discos a todo quien se detiene frente al kiosco; los está vendiendo baratos, pero ese no es el problema, el problema es que le tiene que explicar a todo el mundo que muestra curiosidad por sus CDs, qué tipo de canciones canta. Un señor con pinta de sabrosón se le acerca y con voz de seductor le dice:

- Oye, bonita, ¿y esos CDs, cuánto cuestan?

- Esos vienen a precios amigables, señor.

- ¿Mariana Vega? ¿Quién es Mariana Vega?

- Señor la que canta: Y háblame, que el silencio ya me enloqueció… La locura poco me dejó, de tanto admitir… Y háblame, que la inspiración se me fugó de haber dicho tanto y al final nada oír de ti… Háblame”.

- Claro, vale, Mariana Vega –dijo el señor visiblemente apenado-. Disculpa que no te reconocí.

- Tranquilo, señor. A mí nadie me reconoce.

El hombre, por haber metido la patota, se compró unos cinco CDs. Comienzan a caer unas gotas de lluvia, pero allí sigue Mariana, dura bajo la lluvia, tiene el firme propósito de vender la mayor cantidad de CDs. Un carro se detiene, dos hombres van adentro, el chico que tiene rato viendo a Mariana Vega vendiendo su arte, se pone nervioso: “Ay, Dios mío, que no le tiren un secuestro express, por favor. Que no le tiren un secuestro express”.



Pero nada de eso pasa (gracias a Dios y a la Virgen), los que van dentro del carro sí reconocen a Mariana Vega, son fans de su música y van a ir a su próximo concierto. Ellos no pueden perder la oportunidad de comprarle unos discos a la cantante en persona.

- ¿A cuánto los discos, belleza? –pregunta uno.

- Barato, señor, barato. Lléveselo a la novia de regalo.

El hombre se baja de la mula y Mariana se pone feliz. Ya la lluvia arrecia y esa fue la última venta del día. Mariana guarda los pocos discos que le quedan, agarra su guitarra y se va caminando mientras la lluvia se intensifica. Pasa frente al chico que no la reconoció y éste vuelve a disculparse, ella le sonríe y sigue su camino. él sabe que no se la volverá a encontrar vendiendo discos en ese lugar, pero eso ya no le importa.

Fuente: Revista DOMINICAL

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